HISTORIA DEL CAFÉ
Origen en
Etiopía y Arabia
El árbol de café tiene su centro de
origen en la lejana Abisinia (en la geografía actual Etiopía), en el oriente de
África. En el mundo sobresalen por su importancia comercial, la especie de los
cafés arábigos y los de los cafés robustos. La primera especie abarca casi las
tres cuartas partes de la producción mundial y se cultiva principalmente en
Centro y Sur de América. El cafeto es probablemente
originario de la provincia de Kafa, en Etiopía, pero la cuestión no está resuelta completamente.
Una leyenda muy comentada y difundida
sobre el origen del café es la de un pastor de Abisinia (actual Etiopía), llamado Kaldi, observó el efecto tonificante de unos pequeños
frutos rojos de arbusto en las cabras que lo habían
consumido en los montes, efecto comprobado por él mismo al renovarse sus energías.
Kaldi llevó unas muestras de hojas y de
frutos a un monasterio, donde los monjes por
curiosidad las pusieron a cocinar. Al probar la bebida la encontraron de tan
mal sabor, que arrojaron a la hoguera lo que quedaba en el recipiente. Los
granos a medida que se quemaban, despedían un agradable aroma. Fue así como a
uno de los monjes se le ocurrió la idea de preparar la bebida a base de granos
tostados.
Parece que las tribus africanas, que
sabían del café desde la antigüedad, molían sus granos y elaboraban una pasta utilizada para alimentar a los animales y
aumentar las fuerzas de los guerreros. Su cultivo se extendió en primer lugar en la vecina Arabia, llevado
probablemente por prisioneros de guerra, donde se popularizó aprovechando la prohibición del alcohol por el Islam. Yemen fue un centro de cultivo importante, desde donde se propagó al resto del mundo árabe.
Se le llamó entonces qahwa, que significa vigorizante. Los datos arqueológicos
disponibles hoy en día sugieren que el café no fue «domesticado» antes del siglo XV: el proceso de elaboración de la bebida, largo y complejo,
explica quizás el descubrimiento tardío de las virtudes de las semillas del cafeto, poco atractivas
inicialmente. Los recientes descubrimientos (1996) de un equipo
arqueológico británico, aún por confirmar, dejan entrever la posibilidad de que
el consumo comenzara a partir
del siglo XII, en Arabia.
Expansión en el
mundo musulmán
Los efectos del café eran tales que fue
prohibido en la llamada de imanes ortodoxos y conservadores en La Meca en 1511 y en El Cairo en 1532, pero la popularidad
del producto, en particular entre los intelectuales, impulsó a las autoridades
a cancelar el decreto. En 1583, Léonard Rauwolf, un médico alemán recién llegado de un
viaje de diez años por Oriente Medio, fue el primer occidental en describir
el brebaje:
Una bebida tan negra como la tinta, útil
contra numerosos males, en particular los males de estómago. Sus consumidores lo toman por la mañana, con toda franqueza, en
una copa de porcelana que pasa de uno a otro y de la que cada uno toma un vaso
lleno. Está formada por agua y el fruto de un arbusto llamado bunnu.6
Léonard Rauwolf
Estos comentarios llamaron la atención de
mercaderes, a los que la experiencia del comercio de las especias les había hecho sensibles a este tipo de información.
En el siglo XV, los musulmanes introdujeron el café
en Persia, Egipto, África Septentrional y Turquía, donde la primera cafetería, Kiva Han, abrió en 1475 en Constantinopla.
¿Amenaza para el
orden público?
En La Meca, el 20 de junio de 1511, el emir Khair Bey observó a
un grupo de hombres bebiendo café. Observó las características particulares y
juntó a un grupo de doctores y juristas para decidir si la bebida se ajustaba
al Corán, que prohíbe toda
forma de intoxicación. Como observa Antony Wild, es fácil olvidar que
el café es una potente droga, cuya introducción
necesita de un consenso cultural, pero no de un consenso médico en Occidente. Por ello, agitados debates acompañaron
a los inicios de la introducción del café en el mundo islámico. El entusiasmo era tal que una ley turca de la época sobre el divorcio precisaba que una mujer puede divorciarse de su esposo si éste no
llegaba a proporcionarle una dosis diaria de café.
En 1511, Khair Bey hizo cerrar todas las
cafeterías, llevando a cabo además una campaña de desinformación contra los perjuicios del café, cuando se
enteró de que las críticas contra su poder provenían de bebedores de café. El cierre de
las cafeterías causó rebeliones, lo
que incitó al gobernador de Egipto a cancelar la
prohibición. El consumo de café pudo entonces
proseguir su desarrollo. En 1630 había ya un millar de
cafeterías en El Cairo. La prohibición
volvió de nuevo a Europa, tras la apertura de
las cafeterías y, curiosamente, por las mismas razones, es decir, por creer que
la ingesta de café desarrolla el
espíritu crítico, favoreciendo probablemente los intercambios intelectuales
entre consumidores.
El café llegó a Europa alrededor del año 1600, gracias a los mercaderes venecianos. Se aconsejó al Papa Clemente VIII prohibir el café, pues representaba una
amenaza de los infieles. Después de haberlo
probado, éste último bautizó la nueva bebida, declarando que dejar sólo a sus
infieles el placer de esta bebida sería una lástima. El café fue bien recibido
por los monjes por las mismas
razones que los imanes: permite mantenerse
despierto durante mucho tiempo y mantener el espíritu limpio. Los musulmanes, celosos de sus plantas de Coffea
arábica, prohibieron su exportación. En 1650, un peregrino musulmán, Baba Budan7 consiguió siete plantas en la India que plantó en Mysore y cuyas plantas
descendientes subsisten todavía hoy.
Introducción en
Europa y en el Nuevo Mundo
Se considera que fue
el botánico alemán Léonard Rauwolf quien, por primera
vez, describió el café en un libro publicado en 1583.
El café resultó especialmente reprobado
por los sectores protestantes, aunque no produciría
reacciones tan ásperas como el tabaco. Ya en 1611 algunos terratenientes alemanes pusieron en marcha el sistema
de prohibir su difusión. El malestar frente al café prosiguió en el norte de Europa hasta bien entrado el
siglo XIX.
Cuando en el siglo XVII llegó por primera vez el café a Europa,
algunos sacerdotes católicos lo llamaron una amarga invención de Satanás, pues lo veían como un posible sustituto del vino, el cual, en su
opinión, había sido santificado por Cristo. Sin embargo, según
el libro Coffee, se dice que el papa Clemente VIII probó la bebida y al instante quedó
cautivado. Para resolver el dilema religioso, bautizó simbólicamente el
brebaje, haciéndolo así aceptable para los católicos.
En el sur y oeste de Europa se observó
una mayor tolerancia. En la década de 1650 comenzó a ser muy
importado y consumido en Inglaterra, y se comenzaron a abrir cafeterías en Oxford y en Londres. La primera cafetería en Londres se abrió en 1652.
Las cafeterías se convirtieron en lugares
donde nacieron las ideas liberales, debido a la visita frecuente a esos
lugares (donde, por cierto, se distribuían panfletos) por parte de filósofos y letrados. Los flujos de ideas
alimentadas por el café modificaron profundamente al Reino Unido. Había más de dos mil cafeterías, según un registro del año 1700. La famosa compañía
de seguros Lloyd's de Londres fue en su origen una
cafetería, fundada en 1688.
En 1670 se abrió la primera
cafetería en Berlín. En París, el café Procope fue el primero en abrir, en 1686, inventando una nueva
forma de preparar el café: haciendo pasar agua caliente a través de un filtro con café molido.
A mediados del siglo XVIII todas las
ciudades europeas tenían cafeterías, y en 1734 Johann Sebastian Bach compuso su célebre Cantata del café (BWV 211), en una de cuyas
escenas una chica le pide a su padre que, si la castiga, no lo haga
prohibiéndole el café, y dice que, si se casa, su marido deberá permitirle
beberlo.
El café estuvo prohibido en Rusia, con penas incluso de
tortura y de mutilación. Y, cuando la policía zarista encontraba a alguna
persona presa de una crisis nerviosa, se lo atribuía al café.
El café cruzó el Atlántico en 1689, con la apertura del
primer establecimiento en Boston. La bebida ganó
popularidad y obtuvo el rango de bebida nacional.
El café alcanzó su completa aceptabilidad social en el siglo XVIII. Pronto los grandes cultivos se
desplazaron a Ceilán e Indonesia, consolidándose posteriormente en América del Sur.
El café comenzó a cultivarse en las colonias inglesas, en particular en Ceilán. En 1696, los holandeses lo hicieron cultivar en Indonesia y en Java.
Los holandeses llevaron semillas a la Guayana Holandesa y de allí a la vecina Guayana Francesa. La primera plantación en Brasil se estableció en 1727 con plantas sustraidas
de la Guayana Francesa a pesar de fuertes medidas de seguridad impuestas por
las autoridades coloniales. Su industria dependía de la práctica de la esclavitud, que se suprimió en 1888.
En 1784 los misioneros
capuchinos llevaron las primeras semillas de café a Venezuela desde el Brasil mientras que a Colombia llegaron desde las Antillas Francesas. Los primeros cultivos en pequeña escala se registraron en los últimos tiempos coloniales.
Cuando el café alcanzó las colonias estadounidenses, no tuvo inicialmente
tanto éxito como había tenido en Europa, ya que los colonos lo veían como un pobre sustituto del alcohol. Sin embargo, durante
la Guerra de la Independencia, la demanda de café
aumentó hasta tal punto que los distribuidores tuvieron que agrupar las escasas
existencias y subir los precios drásticamente; parte
de ello se debió a la disponibilidad reducida de té de los mercaderes británicos. El consumo de café entre los estadounidenses aumentó durante principios del siglo XIX.
En Colombia las primeras plantaciones a
mediana escala se registraron en 1808 en Cúcuta y en 1813 Ignacio Ordóñez de Lara fue el primero en contar con un
cultivo de 7.000 palos de café.
En España, a finales del siglo XIX y principios del XX, también los intelectuales comenzaron a reunirse en cafeterías, algunas
de las cuales a día de hoy son auténticas instituciones: Café Gijón (Madrid, 1888), Café Novelty (Salamanca, 1905) o el Café de Fornos (Madrid, 1907) entre otros.
Popularidad en
Occidente hasta nuestros días
Durante el siglo XVIII, la bebida se hace popular en Europa, y los colonos
europeos introducen el cultivo del café en numerosos países tropicales, como un
cultivo de exportación para satisfacer la demanda europea. En el siglo XIX, la
demanda en Europa era a menudo superior a la oferta y estimuló el uso de
distintos sustitutos con un sabor similar, como la raíz de achicoria.
Las principales regiones productoras de
café son América del Sur (particularmente Brasil y Colombia), Vietnam, Kenia y Costa de Marfil. Hawái tiene una pequeña producción de café de gran calidad y elevado
precio, pero entre las numerosas variedades desarrolladas, el café más caro y
famoso sigue siendo el Blue Mountain
procedente de Jamaica. Aunque actualmente Colombia y Perú poseen numerosas
plantaciones de café orgánico
de altísima calidad que están empezando a ganar reconocimiento mundial. Durante
varias décadas en los siglos XIX y XX Brasil fue el mayor productor y
monopolista virtual en el comercio del café, hasta que una política de
mantenimiento de altos precios generó oportunidades de negocio a otros
productores, como Colombia, Guatemala, Perú, México, Venezuela, El Salvador, Costa Rica e Indonesia.
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